Recuerdo que cuando tenía 13 años una hermana, que es como mi segunda madre, me obsequio mi primera biblia. Ella coloco una dedicatoria y este versículo “Quita, pues, el enojo de tu corazón y aparta el mal de tu carne, porque la adolescencia y la juventud son vanidad” Eclesiastés 11:10. Recuerdo que me encanto tanto que lo leí una y otra vez hasta que lo memorice, sin embargo nunca me imaginé que un día caería en la celda de esta cárcel.
La amargura que es sinónimo de ira, resentimiento, falta de perdón, dolor, (que en muchas ocasiones viene acompañado de agresividad). Es tan letal que no solo nos afecta a nosotras si no también a los que nos rodean, y sin darnos cuenta fomentamos en nuestros hogares un ambiente hostil y de mucha tensión. Por esto Dios nos advierte en las Escrituras, que debemos cuidarnos de no caer en la amargura.
“Mirad bien de que nadie deje de alcanzar la gracia de Dios, de que ninguna raíz de amargura, brotando, cause dificultades, y por ella muchos sean contaminados.” – Hebreos 12:15
Muchas pueden ser las causas de que caigamos en esa horrible cárcel donde sentimos que no podemos salir: ¿Un esposo incrédulo? ¿La pérdida de un empleo? ¿La ruptura de un matrimonio? ¿Un hijo prodigo? ¿La soledad? ¿La pérdida de un ser amado?
Sin importar la situación que estemos atravesando, hay una llave para abrir esa celda y ser libres de esa cárcel, la llave para nuestra libertad es Cristo Jesús. El nos advierte de este terrible mal, y al mismo tiempo nos ofrece la mayor esperanza de ser rescatadas, transformadas para su gloria y honra.
Aceptemos las circunstancias que provocó el daño que nos hicieron, reconozcamos cómo esa situación afecta nuestro comportamiento, y entonces esforcémonos para dejarlas atrás. Elijamos perdonar a las personas que nos ofendieron. Mantengamos nuestro corazón centrados en la justicia, sin pensar en planear venganza en contra de nadie. Liberémonos de la amargura que hay en nuestro interior y conozcamos la verdad que es Cristo para ser Libres.
“Cristo nos dio libertad para que seamos libres. Por lo tanto, manténganse ustedes firmes en esa libertad y no se sometan otra vez al yugo de la esclavitud.” – Gálatas 5:1
Es muy importante que cuando encontremos esta libertad nos cuidemos de no volver a caer en la esclavitud de este pecado. Debemos entender que la amargura es un fruto de la carne (Gal. 5:20) por lo tanto es pecado y nos esclaviza. Cristo nos hace libres en El (Gal. 5:13) para qué produzcamos el Fruto de Su Espíritu Santo. Ahora bien yo sé que no será fácil, no puedo decirte que ya no nos enojaremos, pero si podemos aprovechar los recursos que Dios nos ha regalado a través de su Palabra para cuidarnos de no caer en este pecado.
- Vivamos cada día sumergidos en las Escrituras (2 Ti. 3:15-17)
- Cambiemos nuestros pensamientos y accionemos (Fil. 4:8)
- Cuidemos nuestro corazón (Prov. 4:23)
No hay mayor gozo que encontrar esperanza en medio del caos. Sabemos que, aunque hayamos tomado malas decisiones en el pasado, hoy podemos dejar que el Espíritu Santo nos redarguya y nos dirija para trabajar en esa área y colocarla en las manos de nuestro Señor. No será fácil pero con Dios todo es posible.