Hace tiempo atrás en mis redes sociales compartí como el Señor trajo a mi vida este nuevo concepto de la maternidad, que para ser honesta no es nada nuevo, siempre ha estado ahí y es parte del plan divino. El problema es que hemos creído y caído en una gran mentira del enemigo.
Antes de convertirme en esposa, estaba dedicada tiempo completo a la obra de Dios y pasaba mucho más tiempo fuera de mi casa sirviendo en diferentes ministerios. disfrute mucho esta etapa porque definitivamente vale la pena gastarse por el Señor y su obra. Una vez que me case esto cambio, porque ahora también era esposa y tiempo después me convertí en mamá.
Al ser mamá de niños pequeños, todas mis responsabilidades y ministerios llegaron a ser reducidos, y por meses casi nulos, debido a que los pequeños son más frágiles y tienden a enfermarse por turnos. Así que un día me encontré con estos pensamientos tan engañosos. “ya no sirvo al Señor como antes, como desearía hacer más por El» añorando mis días de ministerio tiempo completo.
Como si la maternidad fuera un impedimento para servir al Señor.
¡QUE MENTIRA! La que el enemigo nos quiere hacer creer. Gracias a Dios por enfocarme de nuevo hacerme ver que el día que me convertí en mamá más bien empezó mi ministerio 24/7. Tengo dos pequeños discípulos en casa, toda su formación espiritual va a ser creada en casa y no en la iglesia a la que van uno o dos veces a la semana. Nos corresponde como padres pasar el legado espiritual. Deuteronomio 6 nos manda a saturarlos de la palabra de Dios intencionalmente a cada momento.
«4Oye, Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es. 5Y amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas. 6Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; 7y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes. 8Y las atarás como una señal en tu mano, y estarán como frontales entre tus ojos; 9y las escribirás en los postes de tu casa, y en tus puertas.»
Esto aplica a niños pequeños, grandes y adolescentes. Podemos creer que conforme nuestros hijos crecen tenemos más disponibilidad para servir al Señor y nos enfocamos más en nuestros otros ministerios que en el más Grande que Dios nos ha dado. Así que, revisa como esta tu ministerio número uno y has los cambios que debas hacer. Si estas de lleno en tu iglesia, pero has descuidado tu casa y hijos cámbialo siempre hay tiempo. Abraza tu maternidad que el Señor fue quien te la dio.