Cuando empezamos nuestro caminar cristiano es fácil desmayar en fe durante un proceso difícil o tribulación. Muchas llegamos a los pies de nuestro Señor creyendo que todos nuestros problemas van a desaparecer, teníamos o quizá todavía tenemos un pensamiento distorsionado de lo que es el sufrimiento y como reaccionamos a él.
En la segunda carta a los Corintios, el apóstol Pablo nos hace reflexionar como todas las debilidades y aflicciones que vienen a nuestras vidas son orquestadas por Dios para Su Gloria y para nuestro bien.
“Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo. Por lo cual, por amor a Cristo me gozo en las debilidades, en afrentas, en necesidades, en persecuciones, en angustias; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte.» – 2 Corintios 12:9-10
“Gracia”: favor, bondad y buena voluntad, según A. W. Tozer “Gracia es la buena voluntad de Dios que le inclina a otorgarle beneficios a los que no los merecen”. La Gracia de nuestro Dios es ese favor que se nos otorga a nosotras mujeres pecadoras y redimidas que merecíamos la ira de Dios.
“Porque la gracia de Dios se ha manifestado para salvación a todos los hombres, enseñándonos que, renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos, vivamos en este siglo sobria, justa y piadosamente, aguardando la esperanza bienaventurada y la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo, quien se dio a sí mismo por nosotros para redimirnos de toda iniquidad y purificar para sí un pueblo propio, celoso de buenas obras.’» – Tito 2:11-14
Es esta Gracia Salvadora, que Cristo murió por nosotras para llevarnos ante el Padre; limpiándonos de todo pecado, haciendo de nosotros su pueblo, convirtiéndonos en hijas de Dios y renovándonos mediante el Espíritu Santo.
Cuando reconocemos esta gracia durante la tribulación podemos confiar en Dios y no en nuestras fuerzas, descubrimos lo frágiles que somos y lo fuerte que es nuestro Dios. El pasar por momentos difíciles es parte de nuestro caminar con Cristo, ya que es a través de estos que crecemos en el conocimiento del Dios vivo, es parte de nuestra santificación; Él quiere que vivamos con sabiduría.
“Porque esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria, no mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas.» – 2 Corintios 4:17-18
Amadas hermanas, todas en alguna etapa de nuestras vidas o aun ahora hemos experimentado el sufrimiento, este desarma hasta la mas valiente. Es fácil desmayar en fe cuando estamos sumergidas en nuestras debilidades, pero al que ha creído esta tribulación va haciéndolo mas fiel a Dios.
“Bástate mi gracia “Es un gran consuelo para nosotras saber que la gracia poderosa del Señor es suficiente para contrarrestar nuestras debilidades físicas como el sufrimiento, el dolor, necesidades o enfermedades. Es la misma que nos ayuda durante las pruebas más grandes sabiendo que vamos a ser afligidos por un poco tiempo para un propósito definido, trayéndonos renovación en la aflicción. Es a través de ella que nuestra fe se va perfeccionando, produciendo paciencia en el tiempo de angustia; confiando más en Dios dependiendo de Cristo y de Su palabra.
La gracia de Dios es suficiente cuando nuestros planes son frustrados, recordando que El tiene planes de bien y no de mal para con nosotros. Refugiarnos en Su Gracia es nuestra ganancia. Si estas atravesando ese valle de oscuridad, recuerda que Cristo es la Luz; si sientes flaquear recuerda que nuestro Dios no se cansa no se fatiga; si crees que no sabes como pedirle al Padre en oración por esa situación que te agobia, recuerda que el Espíritu Santo intercede por nosotras con gemidos indecibles.