A las mujeres nos gusta estar juntas, compartir unas con otras, conversar, y una conversación lleva a otra, y está a otra, y así pasamos horas y horas donde quizá el único descanso sea tomar un poco de café.
A nosotros nos viene fácil comunicarnos, pero ¿qué comunicamos? Colosenses 3:16 nos da un mandato muy grato “La Palabra de Cristo more en abundancia en vosotros, enseñándoos y exhortándoos unos a otros en toda sabiduría, cantando con gracia en vuestros corazones al Señor con salmos e himnos y cánticos espirituales.” interesante verdad, vamos a analizarlo un poco.
- La Palabra de Dios more en abundancia en vuestros corazones: Ese es el primer mandato o instrucción de ese versículo. En el libro de Josué 1:7 en adelante, Dios le da una instrucción muy parecida si no es que igual a Josué: “Solamente esfuérzate y sé muy valiente, para cuidar de hacer conforme a toda la ley que mi siervo Moisés te mando; No te apartes de ella ni a diestra ni a siniestra, para que seas prosperado en todas las cosas que emprendas. Nunca se aparte tu boca de este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien.” La única forma en que la Palabra de Cristo abunde en nosotros es meditando en ella de día y de noche. La Biblia también nos dice que la Palabra es lámpara a nuestros pies y lumbrera a nuestro camino. También Jesús nos recuerda que de la abundancia de nuestro corazón eso habla nuestra boca. Cuando estamos entre hermanas lo que conversamos es lo que abunda en nuestros corazones. Y si hablamos lo que abunda en nuestros corazones ¿qué es lo que en realidad hay en nuestros corazones?
- Enseñándoos y exhortándoos unos a otros en toda sabiduría: La siguiente instrucción es la exhortación en toda sabiduría. como hablamos anteriormente para llevar esto acabo es necesario que la Palabra de Dios more abundantemente en nosotros. El Salmo 119:27 en adelante dice “¡Oh, cuánto amo tu ley! Todo el día ella es mi meditación. Me has hecho más sabio que mis enemigos con tus mandamientos, porque siempre están conmigo. Más que todos mis enseñadores he entendido, porque tus testimonios son mi meditación. Más que los viejos he entendido, porque he guardado tus mandamientos; de todo mal camino contuve mis pies, para guardar tu palabra. No me aparte de tus juicios, porque tú me enseñaste.! Cuando dulces son a mi paladar tus palabras! Más que la miel a mi boca. De tus mandamientos he adquirido inteligencia; por tanto, he aborrecido todo camino de mentira.”
No podemos exhortar si la Palabra de Dios no mora en nosotros. La Palabra de Dios nos hace entender, nos hace comprender sabiduría.
La Palabra de Dios nos muestra el camino, dónde ir y donde no. A sí mismo por medio de la Palabra de Dios nosotros animamos y exhortamos a nuestras hermanas enseñando lo que nosotros ya hemos aprendido. La sabiduría bíblica es inteligencia en acción. Esto implica que al yo ser exhortada por la palabra de Dios esta también me da la habilidad de llevar a cabo lo que se me mandó hacer.
Muchas veces pedimos sabiduría a Dios sin entender que la sabiduría es llevar a cabo lo que ya se me dijo.
La última parte del versículo dice así “cantando con gracia en vuestros corazones al Señor con salmos e himnos y cánticos espirituales.” Muchas veces nuestras reuniones pueden girar alrededor de quejas o chismes o pláticas que definitivamente no nos llevan a nada. En esta parte de la Escritura, Dios no recuerda que debe abundar el gozo en nuestros corazones. Salmo 149 dice “Cantad a Jehová cántico nuevo; su alabanza sea en la congregación de los santos. Alégrese Israel en su Hacedor; los hijos de Sion se gocen en su Rey. Alaben su nombre con danza; con pandero y arpa a Él canten. Porque Jehová tiene contentamiento en su pueblo; hermoseará a los humildes con la salvación. Regocíjense los santos por su gloria y canten aún sobre sus camas. Exalten a Dios con sus gargantas, y espada de dos filos en sus manos.”
Así deben ser nuestras conversaciones sin importar que sea un estudio bíblico, una actividad de la iglesia o simplemente una reunión casual entre hermanas en Cristo.
Lo que comunicamos las unas a las otras debe glorificar a nuestro Dios y comienza desde adentro, con mi relación personal con mi Hacedor.
Mis charlas con mis hermanas en Cristo, y con toda mujer, aún aquella que no conoce a nuestro Salvador, debe exhortar, debe edificar, debe llevarnos a tal punto que glorificamos a Dios.
Mis hermanas ha sido un año difícil, complicado. Y mientras se empieza a reabrir todo recordemos: Hasta aquí Dios nos ha ayudado, ni un momento nos ha dejado, Y aunque hemos pasado momentos difíciles la Palabra de Dios nos enseña a darle gracias a Dios en todo.
Que nuestras conversaciones sean gratas, llenas de la Palabra de Nuestro Señor para exhortar, para enseñar en sabiduría.