…”pero los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas como las águilas; correrán y no se cansarán; caminarán y no se fatigarán”. – Isaías 40:31
“El que sacia de bien tu boca de modo que te rejuvenezcas como el águila”.
– Salmo 103:5
De toda la belleza representada en cada animal el águila es el ave de quién más aprendemos lecciones para la vida espiritual. Tomado como símbolo desde la antigüedad hasta hoy para representar la libertad, la belleza con sus variados colores, el poder, valor y excelencia por su majestuosidad en su vuelo y sabiduría para vivir muchos años. Es el ave más grande y pesado para mantenerse a elevadas alturas y prolongados tiempos. Su forma de vida nos inspira para tomar como ejemplo entre los siguientes que mencionaremos:
El águila nos enseña el principio de la sabiduría.
Ver volar a un águila directamente hacia un temible frente de una tormenta podría hacernos pensar en un acto suicida por parte de un “tonto” animal que, en lugar de huir del fenómeno, lo enfrenta de una manera osada. El asunto es otro bajo la perspectiva del águila y no la nuestra. El águila con una sabiduría natural sabe que, frente a la tormenta, su mejor postura no es volar dejándose perseguir por las nubes que impulsa el viento mismo. Cuando la tormenta se avecina la enfrenta, abre sus alas tan grandes como le sea posible, asi el tempestuoso viento la empujará hacia arriba. En este acto el águila soportará la oscuridad de las nubes a una considerable distancia; sin embargo, luego de esto verá el sol y la temible tormenta quedará atrás.
El águila nos enseña el cómo Sus alas abiertas se levantan frente a la dificultad.
De esta sabia decisión aprendemos como actuar cuando llega una tormenta. Las circunstancias negativas pueden ser atajos para llegar más arriba o precipicios por donde nos deslizamos sin esperanza. La llegada de los problemas no son para huir de ellos sino para levantarnos por encima y conquistarlos. Nadie está exento de las repentinas tormentas de la vida, especialmente, en el ministerio; pero, Dios nos ha capacitado con alas de águilas para sobreponernos a todas ellas. Aprendamos a vivir como las águilas.
El águila nos enseña el valor de la renovación.
Según los estudiosos en águilas esa ave podría vivir hasta 70 años. Esto no llega solo porque requiere de una total transformación. A los 40 años esta ave está “oxidada, atrofiada y deteriorada” como para seguir volando. Sus uñas están apretadas y flexibles lo que le dificulta atrapar la presa. Su pico largo y puntiagudo se curva, dirigiéndose hacia el pecho, sus alas están envejecidas, pesadas y sus plumas gruesas. Frente a esto el águila tiene dos alternativas: morir o enfrentar un doloroso proceso de renovación que durará varios días. Lo primero que hace es volar hacia una montaña donde no pueda salir. Una vez allí comienza a golpear su pico con la pared hasta arrancarlo. Con el pico crecido desprenderá todas sus uñas. Con sus uñas crecidas comenzará a desplumar sus plumas viejas. Después de varios meses sale para un vuelo de renovación a fin de vivir unos cuantos años más.
Como el águila muchas veces pasamos por tiempos en los que ya no “volamos alto”. Los afanes diarios, las preocupaciones o algún fracaso puede paralizarnos; pero, la promesa sigue vigente. Cuando buscamos a Dios en el “retiro” de nuestra intimidad y sentimos su transformación completa, renovamos nuestras fuerzas y nos rejuvenecemos en nuestras almas. Sólo de esta manera el próximo vuelo será más alto. ¡Entonces volaremos más alto! Por lo tanto, se nos dice, que cuando esperamos en el Señor renovaremos nuestras fuerzas, correremos y no nos cansaremos, caminaremos y no nos fatigaremos. Vivamos como las águilas!. ■