“Mirad cuán bueno y cuán delicioso es
¡Habitar los hermanos juntos en armonía!
2Es como el buen óleo sobre la cabeza,
El cual desciende sobre la barba,
La barba de Aarón,
Y baja hasta el borde de sus vestiduras;
3Como el rocío de Hermón,
Que desciende sobre los montes de Sion;
Porque allí envía Jehová bendición,
Y vida eterna.” – Salmo 133
Al inicio de mi vida en Cristo escuchaba una hermana muy querida, que ya fue a morar con el Señor, mencionar estos versículos cuando estábamos juntos todos los hermanos.
Pasábamos tiempos de comunión y de coinonia, ya fuera estudiando la palabra o celebrando algún evento importante entre nosotros, cada vez que nuestra amada hermana Anaida oraba, con gran gozo en su rostro hacía referencia a lo delicioso y hermoso que era estar todos juntos en armonía. Pero no fue hasta hace unos días que el Señor hizo fijar mi atención en esta palabra hermosa. Y por su misericordia pude apropiarme de esta verdad Bíblica, que el Señor nos declara acerca de la comunión y la armonía entre los hermanos.
¡Mirad cuán bueno y delicioso es, Habitar los hermanos juntos en armonía!
El salmista nos invita a que intencionalmente prestemos atención a los hermanos habitando juntos, es bueno en gran manera y es muy delicioso, no al paladar sino al espíritu. La palabra armonía en términos Bíblicos significa que todos tengan un mismo sentir, que haya un mismo espíritu en los hermanos, que sean compasivos, fraternales, misericordiosos los unos con los otros, más que pasar tiempo juntos es estar en una deliciosa unión siempre.
De esta manera es que Dios quiere que habitemos entre los hermanos en Cristo, donde hay armonía no hay disolución, no hay separación, no hay disensión, no hay dudas ni contención.
“Ruego a Evodia y a Síntique, que sean de un mismo sentir en el Señor.” – Filipenses 4.2
“Regocijaos en el Señor siempre. Otra vez digo: ¡Regocijaos! vuestra gentileza sea conocida de todos los hombres. El Señor está cerca.” – Filipenses 4:4-5
La armonía entre los hermanos es preciosa y agradable ante los ojos de Dios. Dios no se agrada cuando entre su pueblo hay desacuerdos y divisiones por cosas de muy poca importancia. Es difícil reflejarle al mundo nuestro amor cuando entre nosotros causamos divisiones y dolores innecesarios, cuando carecemos de paz y armonía entre el pueblo de Dios.
Nuestro Señor Jesús nos llama a ser la Luz del mundo.
Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos.
¿Como es que estando en tensiones, y desacuerdos injustificados podremos traer a otros a los pies de Cristo?
¿Como podemos Glorificar a Dios con nuestras relaciones y nuestro tiempo juntos como hermanos?
Los versículos siguientes me hicieron viajar hasta el libro de Éxodo. El óleo se refería al aceite con que se ungía al sacerdote Aaron y a sus utensilios en la sagrada tarea de cuidar el tabernáculo del Señor, Moisés usó un aceite muy costoso para esta labor sagrada, este derramamiento se extendía desde la cabeza hasta la barba, de la barba hasta su vestimenta, y a su cuerpo. Así es que nosotros también disfrutamos ser consagrados para el, es refrescante y delicioso que el cuerpo completo sea beneficiado de este acto.
Porque allí envía Jehová bendición, Y vida eterna.
¡¡¡¡Que promesa tan hermosa!!!! Nuestro Padre manda bendición donde esta su pueblo reunido en su nombre, para Alabarle y Glorificarle solo a Él y además en armonía. Debemos de glorificar a Dios siempre, y cuando estemos con nuestros hermanos en Cristo, aunque no estemos leyendo la Biblia o cantando alabanzas al Padre siempre debemos dirigirnos con respeto, con santidad, sin palabras groseras, sin pensamientos pecaminosos, sin dobles intenciones.
“La palabra de Cristo more en abundancia en vosotros, enseñándoos y exhortándoos unos a otros en toda sabiduría, cantando con gracia en vuestros corazones al Señor con salmos e himnos y cánticos espirituales.” – Colosenses 3:16
Vivimos en tiempos difíciles, donde se han perdido valores entre los seres humanos, hay mucha falta de amor. Donde se respeta y valida lo pecaminoso y se detesta y rechaza lo bueno, lo santo y lo puro. Nosotros somos hijos del Altísimo, Dios vivo y eterno que nos manda a que habitemos de manera que reflejemos su Gloria al mundo.
“5Andad sabiamente para con los de afuera, redimiendo el tiempo. Sea vuestra palabra siempre con gracia, sazonada con sal, para que sepáis cómo debéis responder a cada uno.” – Colosenses 4:5-6
Amen.